Carta motivos

Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia de Covid-19 en México

La pandemia de Covid-19 es el episodio más mortal de la historia de México en un siglo. En tres años, contando sólo casos confirmados en los registros gubernamentales, la enfermedad provocó la muerte de más de 330 mil personas en el país. El exceso de muertes asociado directa o indirectamente a la pandemia, sin embargo, se multiplica hasta cerca de las 800 mil: 800 mil vidas interrumpidas en forma prematura por el contagio masivo de Covid-19, los padecimientos desatendidos, las insuficiencias del sistema de salud y graves errores, de comisión y omisión, por parte de las autoridades. Bajo cualquier parámetro, la mortandad mexicana por la pandemia se encuentra entre las más altas del mundo.

El impacto se extiende aún más lejos. Para millones, al duelo por la pérdida inesperada —y en miles de casos, evitable— de seres queridos se suma el deterioro de la salud mental, el golpe a los ahorros y el ingreso y el rezago en la educación de niñas y niños, entre otras dificultades. Los efectos han sido además profundamente desiguales, agravando la secular injusticia social del país. Lo peor de la pandemia, por fortuna, ha quedado atrás; pero la sociedad mexicana sigue sumamente afectada por ella y lo seguirá por años, incluso décadas por venir.

Este hecho generacional exige revisión pública y reflexión colectiva. Con demasiada frecuencia, individuos y familias hicieron frente a la crisis y sus derivaciones por sus propios medios, tratándolas como propias de la esfera personal. Incluso, un sentido de resignación e inevitabilidad sobre la dimensión de la catástrofe ha invadido a amplias capas de la sociedad mexicana. Esa conformidad ante la desgracia debe combatirse. La forma en la que el país sufrió la crisis, como sus consecuencias presentes y futuras, son asuntos eminentemente públicos, colectivos y compartidos, que tocan a la razón de ser del Estado: proteger la vida de su población.

Documentar y comprender lo que le ocurrió al país en la pandemia es un requisito para reparar, en lo posible, su terrible daño. También lo es para mitigar las secuelas, prevenir y construir un futuro nacional más prometedor. Consideramos el acto de documentar y comprender una responsabilidad intelectual, ética, civil: en memoria de los cientos de miles de conciudadanos/as que murieron en esta época trágica, muchos/as en el aislamiento, sin acceso a atención médica apropiada y sin haber contado con los medios para protegerse del contagio; en reconocimiento al personal de salud y otros trabajadores/as esenciales, quienes se pusieron en riesgo para asistir a los demás; y frente a generaciones futuras, quienes sólo a partir de evidencia y recuentos objetivos podrán derivar las lecciones correctas de los errores cometidos y evitar su repetición.

En distintas partes del mundo, se han puesto ya en marcha procesos públicos de revisión del impacto y la gestión de la pandemia. En algunos casos, esa tarea indispensable se ha impulsado desde las propias instituciones del Estado democrático. No es el caso en México. Ante la ausencia de una iniciativa gubernamental en el país para evaluar las acciones tomadas durante la emergencia — esto es, ante la inexistencia de un esfuerzo oficial y democrático por revisar, de cara a la ciudadanía, la actuación de las autoridades y entender las lecciones de la crisis sanitaria—, hemos decidido formar una comisión independiente de investigación sobre la pandemia.

Nuestros motivos son varios. Primero, el devastador costo humano es razón suficiente para buscar —si no es que exigir— respuestas. Segundo, en línea con los principios normativos de cualquier sistema democrático, consideramos que es momento de que los principales tomadores de decisiones en este episodio rindan cuentas ante la sociedad mexicana. Éste es el primer paso no sólo para curar heridas, sino para reconocer el duelo y el desconsuelo que la pandemia ocasionó a tantos/as mexicanos. Tercero, analizar y explicar con detalle el manejo de una crisis como ésta es el punto de partida para remediar y mejorar. México puede y merece estar mejor preparado para responder a futuras crisis sanitarias. La sociedad mexicana merece un Estado capaz de actuar con responsabilidad y de protegerla, con mucha mayor eficacia, de riesgos y amenazas. Y nuestra democracia requiere, con urgencia, establecer un sistema nacional de salud que haga valer los derechos sociales y sirva de fundamento para una sociedad más justa, solidaria y cohesionada.

El trabajo de la Comisión es un esfuerzo profesional e interdisciplinario. Es, también, independiente de cualquier fuerza política o partidista. Su propósito no es descalificar ni exaltar, sino honrar la verdad, comprender y explicar con imparcialidad. Los participantes conforman un grupo plural. Cada integrante de la Comisión tiene una trayectoria pública y profesional única, además de posturas ideológicas, políticas e incluso epistemológicas propias. No obstante, frente a los estragos que dejó el Covid-19, todos/as estamos de acuerdo en la urgencia de investigar este episodio crítico en la historia reciente de nuestro país.

Guiados por un espíritu científico, deliberativo y democrático, intentamos reconstruir los hechos principales y aportar a la comprensión colectiva sobre la crisis vivida, las responsabilidades existentes, las medidas para el presente y los aprendizajes para el futuro.